No
deja de ser un privilegio para mí poder ir a Cataluña y que me
entiendan cuando hablo. También consideraría un privilegio, en el
caso de quedarme a vivir ahí, el poder aprender correctamente
catalán, pues toda lengua aprendida te enriquece, y cuanto más
fluidamente la entiendas y te expreses, mejor comprendes lo que te
rodea.
No
deja de ser un privilegio también que una sociedad tenga la
capacidad de enseñar a sus niños a hablar perfectamente varias
lenguas. Por los niños nunca va a quedar, no tienen límite. La que
acaba siendo incapaz es la sociedad, aunque tenga los medios a su
alcance, y sobre todo sus dirigentes, que convierten un privilegio en
un arma sociológica y política.—Francisco
Javier Sáez-Benito Suescun.
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